10 Razones que demuestran que sí lo es. Desde hace unas semanas, todos los padres con los que me encuentro quieren hablar de lo mismo: “¿Qué planes tienes para tus hijos este verano?”.
Casi siempre, la conversación deriva al tema de los campamentos de verano: si es buena idea, si es conveniente o beneficioso para nuestros hijos, qué tipo, en inglés, cuánto tiempo, campamento urbano unas horas al día o un par de semanas completas en algún sitio en el campo o la playa….
La infancia y adolescencia de nuestros hijos es muy diferente de la nuestra – nosotros no conocimos internet, los teléfonos móviles, el acoso en las redes sociales y otros fenómenos recientes.
Aunque viviéramos en la ciudad, teníamos sitios donde correr y jugar sin peligro. Nos relacionábamos con nuestros primos y vecinos, que no iban al mismo colegio que nosotros. En verano, disfrutábamos de una libertad casi absoluta, generalmente en un entorno distinto y en contacto con la naturaleza.
Pero ¿son nuestros hijos tan diferentes de nosotros? Aunque les gusten cosas que nosotros no conocíamos a su edad, sigue habiendo actividades que los niños de hoy también aprecian y de las que disfrutan.
Los campamentos de verano son una de ellas.
Al pensar en los campamentos de verano que conocimos de pequeños (y no tan pequeños), todos pensamos en hogueras por la noche, canciones, paseos interminables, juegos, deportes…. Pero también recordamos a los amigos que conocimos y la sensación casi instantánea de camaradería que surgía verano tras verano.
Y hay muchas otras razones por las que esta experiencia sigue siendo igual de válida.
10 razones por las que enviar a tus hijos a un campamento de verano
- Actividad física durante todo el día: nuestros hijos pasan poco tiempo al aire libre, y casi siempre tienen que estar sentados. En el campamento de verano tienen oportunidad de moverse y hacer ejercicio: correr, nadar, saltar, andar, escalar…
- Les ayuda a desarrollar la confianza en ellos mismos e incluso la autoestima, lejos del entorno de competitividad académica, social y deportiva que viven durante el resto del año. Todos los días superan algún reto. El campamento de verano les hace ver todo lo que son capaces de hacer.
- Se hacen más fuertes al aprender a superar las adversidades, probar cosas nuevas (que a veces dan un poco de miedo al principio) y comprobar que la constancia les ayuda a mejorar. En el campamento, los niños vencen sus miedos.
- Se desconectan de la tecnología, olvidando la televisión, los teléfonos móviles, internet….Descubren su propia creatividad y una nueva forma de relacionarse con su entorno: gente real, actividades reales y emociones auténticas.
- Aprenden a desarrollar habilidades que les van a resultar útiles en el futuro: los campamentos de verano les proporcionan el entrenamiento, las instalaciones y el equipamiento necesario para practicar sus habilidades en el deporte, su talento artístico, su sentido de la aventura. Hay tantas actividades disponibles que les resulta fácil descubrir algo que les guste.
- Se vuelven más independientes, al tener la oportunidad de tomar decisiones por sí mismos, sin que los padres o profesores les guíen continuamente. Los campamentos ayudan a que los niños descubran su propia identidad.
- Disponen de tiempo libre para organizar su propios juegos. Al contrario de lo que sucede durante el resto del año, que se ven sometidos a unos horarios a veces excesivos tanto en la escuela como en casa, la vida en el campamento es un pequeño espacio de libertad en el que pueden relajarse, reír, y jugar por el simple placer de hacerlo.
- Aprenden habilidades sociales, dado que se unen a un grupo que no conocen, en el que todos deben cooperar y respetarse. Comparten tareas y proyectos, aprenden a resolver sus desacuerdos y comprenden la importancia de una comunicación sincera. Los campamentos de verano les enseñan a trabajar en equipo.
- Están en contacto con la naturaleza, en contraste con la vida moderna en las ciudades. Es una experiencia enriquecedora que amplía su percepción del mundo. En el campamento, casi todo ocurre en el exterior.
- Las amistades que se forjan en el campamento son las mejores. Toda la diversión que disfrutan juntos (correr, cantar, hablar, jugar…) les une más que en el entorno habitual, en el que se encuentran más presionados. En el campamento, los amigos lo son de verdad y para siempre.
Los adultos que tuvieron la suerte de ir a un campamento de verano conocen muy bien los beneficios y los efectos positivos de esta experiencia.
Muchos de sus mejores recuerdos estarán ligados a un verano en la playa o la montaña, con un grupo de nuevos amigos, muchos de los cuales ahora son viejos amigos.
Así que la cuestión no es si deberíamos mandar a nuestros hijos a un campamento de verano, sino cuál escoger.